miércoles, 12 de marzo de 2014

Un día incomunicada, lo siento pero una y no mas.


La actividad que nos propuso el profesor de filosofía para este trimestre era estar incomunicados por un día, es decir, no hablar con nadie, no coger el móvil, no ver la tele y todas esas cosas que tenga que ver con la comunicación.

 Cuando lo dijo pensé que iba a ser una cosa muy difícil, porque no me callo por nada en el mundo, pero creí que iba a ser una experiencia nueva que me podía ayudar ya que cuando no estoy hablando, estoy estudiando en voz alta o con el móvil o escuchando música y con este ejercicio iba a poder estar pendiente de mí.

El día que me toco estar en silencio era el 7 de marzo, viernes, pero ese día tuve un problema y no lo puede hacer, porque tenía médico y como que no iba a ir al médico y no hablarle. Por eso pensé en hacerlo otro día y como no me quedaba más semana decidí hacerlo el domingo.

El día antes de hacer yo lo del silencio era los carnavales del puerto y todo el mundo salía pero pensé que si quería hacer bien lo del silencio mejor no salir y me quede en casa para que a partir de las doce de la noche no hablar.

El domingo cuando me levante no había nadie despierto por lo que para mí fue un alivio, y me puse a recoger mi cuarto. Al principio me iba muy bien pero cuando se levantaron todos empecé a pasarlo mal, pero me metí en mi habitación y me puse a hacer tarea y me relaje porque no tenía la
necesidad de hablar con nadie. Pero llego la hora de comer y en ese momento lo pase muy mal porque fuimos a comer a la calle con mis tíos y mis abuelos y todos me preguntaban que si me pasaba algo que me veían una cara rara y no hablaba nada. Y ahí fue la primera vez que hable en el día porque mi abuelo no lo entendía y se estaba enfadando. Pero ya no hable más, lo que pasa es que no estaba incomunicada ya que estaba atenta de todo lo que decían entre ellos y yo ponía caras. Al llegar a casa me metí en mi cuarto a estudiar pero no me podía concentrar porque cuando estudio necesito decirlo en voz alta. Y me agobie mucho porque al día siguiente tenía que hacer un examen de filosofía y necesitaba decirlo porque si no sabía si lo tenía preparado o no. Y a las ocho me puse a hablar, bueno a decir la lección en voz alta. Cuando termine de estudiar volví a estar en silencio y estuve más tranquila.

Si me volvieran a decir que si lo volvería a hacer, esta vez diría que no, porque me lleve todo el día pensando “no puedo hablar, no puedo hablar” y creo que no me sirvió de mucho estar todo el día así porque no pensaba en otras cosas. Tampoco volvería a hacer esta actividad porque si no hablo no soy yo. Y otra de las cosas por lo que no haría esta experiencia que por que me lleve todo el día triste y como decaída. Pero si es verdad que se la recomiendo a la dente para que vean como se sienten luego y  si se ven mejor con ellos mismos.

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